YouTube vs. Spotify: los pesos pesados del consumo musical
Cuando Internet irrumpió en el mundo uno de los hábitos que más cambió fue la forma en la que descubrimos, consumimos y escuchamos música. El cambio fundamental fue pasar de usar medios físicos (como los cassettes y cds) a escuchar y almacenar nuestra música en formatos digitales. Este cambio se ha dado lentamente, ya que ninguno de los actores de este negocio estaba preparado para el cambio tan grande que llegó.
En el medio han aparecido muchas peleas, demandas, pérdidas de dinero, discusiones profundas sobre los derechos de autor, leyes que restringen la capacidad de los internautas para obtener y compartir música. Hasta fans presos han sido necesarios para que pudiéramos llegar al punto en el que hoy nos encontramos.
En este camino por encontrar el modelo de negocio más adecuado, que sea legal y que represente una buena opción para los usuarios, han aparecido muchos servicios: Deezer, blip.fm, Grooveshark, YouTube (que no es exclusivo para contenido musical) y el más reciente y famoso invento, Spotify. Hoy en día YouTube y Spotify lideran el mercado del consumo musical y me gustaría evaluar las ventajas y desventajas que cada modelo representa desde el punto de vista de la experiencia del usuario ¿cuál es mejor o simplemente no cabe una comparación?
En esta esquina: YouTube.
Uno de los principales disruptores del modelo tradicional de la música almacenada en formatos físicos fue YouTube. El sitio de vídeos permitió que millones de personas pudieran subir música a la red para que otros millones pudieran escucharla instantáneamente. Un cambio realmente importante. También sirvió para que muchos músicos publicaran sus creaciones, permitiéndoles ser escuchados en todo el mundo sin ningún tipo de intermediarios.
Ahora, si damos una mirada un poco más analítica a la plataforma, desde el punto de vista del usuario nos damos cuenta de que YouTube no nació para ser ni un canal de vídeos ni una emisora de radio. Por eso utilizarlo para escuchar música no es lo más cómodo. Su interfaz no es apropiada para controlar con comodidad la reproducción de las canciones, su publicidad es intrusiva y, aunque tiene la opción de crear listas de reproducción, no funciona de forma fluida. Igualmente con el paso del tiempo y con la extensión del principal modelo de negocio de Google (la publicidad) llevada a YouTube al experiencia del usuario se torna cada vez un poco más molesta.
Sin embargo, estas características hacen que esta plataforma sean un claro ejemplo de lo que resume Internet: el usuario es quien tiene el poder para usar las plataformas a su antojo, ellas se van modificando para satisfacerlo. Las funciones que YouTube ha implementado para reproducir música de manera más cómoda, como Disco, se han creado gracias a que son los mismos usuarios los que generan la necesidad.
Como respuesta a este fenómeno, YouTube, junto a algunos sellos dicográficos, lanzó Vevo en el año 2009, una sección especializada en vídeos musicales en la que músicos y sellos pueden crear sus perfiles oficiales para subir contenido y transmitir eventos especiales en vivo, como los festivales de Lollapalooza y Coachella y la serie de conciertos American Express dirigidos por personalidades como Gary Oldman y Steve Buscemi.
Es increíble la cantidad de formas en la que han encontrado los artistas independientespara darse a conocer, obtener contratos de grabación y ganar dinero gracias a la publicidad que aparece en sus canales. Uno de los miles de casos es el de Pomplamoose, un dúo estadounidense que supo aprovechar el medio para enriquecer, con vídeos muy creativos, sus muy buenas canciones. Su música llegó a salir en un comercial para Toyota y participaron en una colaboración junto a Ben Folds y el escritor Nick Hornby. También está el caso de todas las estrellas de YouTube (no necesariamente músicos) que Weezer reunió para la grabación de su video Pork & Beans.
Otro feature interesante de YouTube fue la aparición del lyric video. Estos fueron creados, en un principio, por usuarios que querían subir a la red sus canciones favoritas, acompañándolas de las letras para que todos pudiéramos cantar. Al ver que este tipo de videos tenían muchas visitas y resultaba una alternativa más económica y rápida para promocionar sus canciones, los artistas decidieron hacer sus propios videos en este formato, modificándolo para darles una mejor presentación. Un punto muy fuerte de YouTube es que actúa como una especie de red social, ya que sus integrantes, que son muchísimos, comentan, votan y comparten el contenido que ahí se encuentra, dándole mayor relevancia y exposición a los videos.
YouTube seguirá creciendo y evolucionando en este aspecto, ya que los videos musicales forman una gran porción del contenido que se sube a esta plataforma.
Y en la otra esquina: Spotify.
Ahora pasemos a otra parte del panorama: los servicios de stream. Más específicamente, Spotify. Con esta aplicación, que nació en el 2008 y fue lanzada para Latinoamérica en este año, podemos escuchar muchas canciones en buena calidad, descubrir nuevos artistas y compartir comentarios con nuestros amigos. Al momento cuenta con más de 24 millones de usuarios registrados en los países en los que está disponible, con más de 6 millones de cuentas de pago o premium.
Spotify es un abrebocas del futuro del consumo musical. Su llegada es un índice del fin de las descargas ilegales, ya que nos presenta una solución cómoda y gratuita a esta actividad. La plataforma tiene una buena calidad de audio. Para los usuarios gratuitos es de 160 kbps aproximadamente, y para los que tienen cuenta paga, el bitrate es de 320 kbps.
Spotify retribuye a los artistas con lo que cobra por publicidad, que está dirigida de acuerdo a nuestro perfil geográfico y demográfico. Sin embargo, este es un tema que ha generado controversia en músicos muy importantes, como Thom Yorke que, a finales del año pasado, retiró de la plataforma la música de su banda Atoms For Peace y sus trabajos como solista porque, según él, la retribución que se le da a los artistas es muy baja.
Esta plataforma fue creada pensando en ser exclusivamente para escuchar música, por eso cada uno de sus componentes actúa para enriquecer más esta actividad. Los controles, la publicidad, las listas de reproducción, los comentarios de amigos y el resto de partes que la componen, se encuentran muy bien integrados para que todos tengamos una mejor experiencia.
Una de las características que más me gusta de Spotify es su disponibilidad de listas de reproducción de acuerdo a nuestro estado de ánimo y a las actividades que vamos a realizar. Con esta herramienta, podemos dejar de preocuparnos del eterno “¿y ahora qué escucho?”.
La aplicación web de Spotify presenta unas particularidades. Su calidad de reproducción baja a 96 kbps y, si nuestra cuenta es gratuita, no nos deja escoger en el que queremos escuchar las canciones, poniéndolas de forma aleatoria. Además, por la congestión de las redes de datos de nuestro territorio, la reproducción no es muy fluida. Sin embargo, para contrarrestar este problema, los usuarios premium pueden descargar la música a sus dispositivos y escucharla cuando quieran.
Claramente Spotify, para los artistas, es un servicio mucho más cerrado que YouTube, ya que ellos no pueden subir su propia música si no es por intermedio de una casa disquera o un agregador de contenidos, mientras que en YouTube pueden hacerlo sin intermediarios ni costos.
¿Y el futuro?
Muchas cosas han pasado en los últimos 15 años para que podamos contar con estas y muchas otras herramientas para escuchar música. La experiencia de consumo ha cambiado muchísimo desde que usábamos grabadoras para tener la música que queríamos, y quién sabe cómo seguirá cambiando. El panorama es incierto, ya que no sabemos cuál de estas dos opciones será el estándar que guiará los comportamientos de consumo musical, y por qué no, de otros contenidos artísticos y de entretenimiento.
Creo que, mientras YouTube generará más oportunidades para que los artistas se den a conocer de formas más creativas y presente para el usuario una forma más inmediata de buscar la canción que desean escuchar, Spotify irá adecuando su plataforma para que descubrir, escuchar y compartir música sea una experiencia cómoda y, sobre todo, legal.
Más interesante es saber que, aunque las dos plataformas ofrecen servicios similares, YouTube y Spotify pueden convivir de manera simultánea y hacer parte importante de nuestros hábitos de consumo. Puedo imaginar un futuro en el que podamos ver videos de YouTube dentro la aplicación de Spotify, o desde los canales oficiales de YouTube, los artistas inviten a sus seguidores a conocer más de su música dentro de Spotify.
Lo cierto es que Internet ha generado un lienzo abierto para que, desde cualquier lugar del mundo, los panoramas de consumo de contenidos revolucionen una y otra vez, ofreciéndonos a los usuarios más alternativas que se acomoden a nuestro estilo de vida. Y guardo la esperanza de que, en un futuro próximo, algún servicio de streaming gratuito logrará lo imposible: incluir a The Beatles dentro de su catálogo.